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Neuroarquitectura una estrategia para un nuevo hoy

Hay una gran diferencia en construir edificios inteligentes y crear espacios que generen inteligencia, que no produzcan estrés, sino paz y tranquilidad, afirmó la arquitecta Isabel Rosas, al impartir el tema “Neuroarquitectura una estrategia para un nuevo hoy”, en la FECAPEQ.

Isabel Rosas agradeció a Zasha Lezama Lomelí, Presidenta de la Federación de Colegios y Asociaciones de Profesionistas del Estado de Querétaro, la oportunidad de inaugurar sus conferencias en línea, lográndose en esta ocasión las participación de personas de escuelas de diseño, academia, universidades, escuelas de arquitectura, revistas, el Colegio de Ingenieros Civiles de Querétaro, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Querétaro.

Igualmente participaron diseñadores industriales de Canadá, los Colegios de Arquitectos de Puebla, San Miguel de Allende, Hidalgo y Jalisco, revistas de diseño, de publicidad, de comunicación, de relaciones públicas, de la Facultad de Arquitectura de Oaxaca, Asociación de Mujeres Arquitectas y diseñadores de Colombia y Haití.

Isabel Rosas señaló que la Neuroarquitectura, está compuesta de neurona + arquitectura y ayuda a construir una arquitectura bella, la que tiene un espacio interno que nos atrae, nos eleva, nos subyuga espiritualmente, nos ayuda a producir serotonina, la hormona de la felicidad, y eliminar la arquitectura fea, que tiene un espacio interno que nos molesta y nos repele, que además provoca violencia,  depresión,
afectaciones cardíacas y otras enfermedades.

Como lo define la arquitectura, se trata de diseñar un espacio habitable analizando a profundidad las tres dimensiones del hombre, su cuerpo, su mente y su espíritu.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), permanecemos despiertos el 75% de las 24 horas del día, y pasamos mucho tiempo en lugares interiores, y presentó Isabel ejemplos de espacios de hospitales, laborales, educativos y de vivienda, donde se aprecia la contaminación visual con muchos objetos, muchos colores, que producen estrés.

Igual contaminación existe en las casas de interés social, con reducidos espacios.

Señaló Isabel Rosas, maestra en arquitectura, que de 1950 a 2020, en los espacios laborales se ha notado la necesidad de acercarse a la naturaleza teniendo plantas, más iluminación, menos muebles, techos altos, que mitiguen el estrés.

Desde 2003 ha aumentado el interés por las conexiones entre arquitectura y neurociencia, impulsada por The Academy of Neuroscience for Arqchitecture, para comprender como responde el cerebro humano a los atributos de los entornos arquitectónicos.  

Citó a Sáenz, al decir que *no* todos los arquitectos toman en cuenta principios de salud a la hora de diseñar muebles, por ello la OMS habla de edificios enfermos; que un 30% de los inmuebles actuales no ayudan a que el organismo mantenga el equilibrio; y que existen numerosas pruebas y estudios que demuestran que la arquitectura sí afecta al conjunto del organismo humano.

Entre los espacios que provocan estrés permanente están las oficinas, escuelas y viviendas que no tienen diseño equilibrado; y los espacios que provocan placer transitorio son los lugares recreativos, de arte, religiosos y comerciales. La arquitectura sí afecta al conjunto del organismo, es provocadora o mitigadora de enfermedades.

Con la Neuro-Arquitectura, se va algo más allá de los deseos del cliente, se toma en cuenta lo que siente, lo que recuerda, lo que imagina, lo que conoce y también lo que no quiere, lo que no desea, lo que le asusta, lo que les enferma, para generar espacios vivos.

Finalmente varios participantes coincidieron en que la pandemia ha hecho regresar a lo básico: a disfrutar el hogar, a despertar la sensibilidad en el diseño de los espacios interiores, que reflejan cómo son las personas.

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