Ingeniera UAQ usa ADN para controlar hongo en hortalizas
Con el fin de reducir el uso de agroquímicos y garantizar la seguridad del consumo humano de las hortalizas, Alejandra Jiménez Hernández, alumna de la Maestría en Ingeniería en Biosistemas, desarrolla un biofungicida basado en el ADN de la plaga peligrosa conocida como Fusarium spp, gracias al financiamiento del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (Foper) 2021.
Se trata de una propuesta innovadora que cuenta con la asesoría del Dr. Ramón Gerardo Guevara González, y que replica uno de los procesos naturales del medio ambiente. Dicho biológico, que tiene antecedentes en investigaciones realizadas en el campus Amazcala de la Máxima Casa de Estudios queretana, constituye parte de uno de los patógenos más estudiados por la diversidad y gravedad de enfermedades que ocasiona, ya que “llega a reducir producciones del 20 al 40 por ciento y provoca el marchitamiento vascular; es decir, que ‘tapa’ el sistema vascular de la planta, por lo que le impide absorber agua y muere”, indicó la universitaria.
Para hacer frente a esta plaga, los agricultores optan por emplear agroquímicos en lugar de productos orgánicos y biológicos, ya que “además del daño al medio ambiente que ocasionan, son peligrosos para el consumo humano. Por ello, nuestro fin es que el empleo de químicos sea la última opción a la que recurramos”, puntualizó.
La base del biofungicida es el uso de macromoléculas; es decir, fragmentos de ADN del mismo hongo para que este -al detectarlo en un medio extracelular fuera de él- lo considere una señal de peligro o daño y, de esta manera, se evite su proliferación.
“Con metodologías probadas, extraigo el ADN a un medio líquido y lo fracciono en diversas concentraciones, que son las que aplico para probar en cuál hay mayor efectividad en el control”, indicó Alejandra Jiménez.
Recordó que en las investigaciones previas se logró el control de las poblaciones de este patógeno en un medio líquido e in vitro. Por lo anterior, testificarán también su eficacia en el suelo, al ser un medio real en el que también existen otros factores que podrían afectar su validez. Asimismo, reafirmó la cualidad innovadora del biológico, debido a que replica uno de los procesos naturales que ya están presentes en el medio ambiente.
“Hemos observado que nuestra alternativa promueve la esporulación y disminuye la germinación de las esporas, que son una estructura de protección del hongo, al momento en el que ocurre una infección. Hasta el momento, vimos, se está encapsulando. Si resulta como se espera, estaríamos ofreciéndolo como un insumo agrícola (un líquido que funciona como biofungicida)”, señaló.
Recalcó que, si bien el proyecto aún continúa en pruebas, ya se proyecta evaluarlo con jitomate saladet (por ser de los más comerciales y más afectados por este hongo).
“Con este tipo de apoyos podemos desarrollar proyectos en los que obtenemos aprendizajes significativos y, a la par, no solo impactamos de manera positiva, sino que damos una respuesta a la sociedad” finalizó.